La ciudad amurallada atraviesa uno de los mayos más calurosos de los últimos años, con picos de temperatura sofocantes y lluvias que sorprenden en la tarde como si fueran parte del libreto climático caribeño.
Cartagena está viviendo una especie de “cambio climático” que no da tregua: mañanas y mediodías con temperaturas que rozan los 37 °C, seguidas por lluvias intensas en las tardes que más que refrescar, inundan calles y generan caos. Durante este mes de mayo, la ciudad ha registrado condiciones climáticas extremas que, aunque no alcanzan a configurarse como ola de calor según los criterios técnicos, ya generan alerta en la población.
La Oficina Asesora para la Gestión del Riesgo de Desastres (OAGRD) ha hecho un llamado especial para proteger a las personas más vulnerables, como adultos mayores, niños y trabajadores expuestos al sol, recomendando mantenerse hidratados, evitar la actividad física prolongada al aire libre y hacer uso de ropa ligera.
Aunque los cartageneros están acostumbrados al calor, el aumento sostenido de las temperaturas, combinado con una humedad elevada y lluvias erráticas, está empezando a generar preocupación no solo en lo cotidiano, sino en temas estructurales: salud pública, movilidad, drenajes y calidad de vida.
Mientras tanto, la ciudad continúa sin medidas de mitigación estructurales visibles frente al cambio climático. La sensación general es que el calor seguirá apretando, y el cielo, con el reloj propio del trópico, seguirá descargando agua justo a la hora pico.